Muchos profesionales en la industria de la construcción trabajan bajo la ilusión de tener el control dentro de sus proyectos, hasta que, desafortunadamente, es demasiado tarde. Para muchos, la receta para lograr este “control” sigue algunos ingredientes clave incluyendo, pero no limitándose a, un cronograma base, para que el progreso real del proyecto pueda ser medido contra este, mediciones asociadas con el valor ganado, para actualizarlo de manera semanal o mensual en los reportes de avance de obra, o un sinfín de juntas requeridas para reportar y pronosticar el progreso del proyecto. Si esta receta te suena familiar, existe una alta probabilidad de que hoy en día estés operando bajo dicha ilusión de control.
La mayoría de la gente cree que entre más “candados” pongas, más control tendrás. Desafortunadamente, esto está muy alejado de la realidad. Actualmente se desperdician miles de millones de dólares anualmente únicamente en reportar y pronosticar el progreso de los proyectos. Incluso, hoy en día, la tecnología está siendo aplicada para lo que la gente conoce como “mejores maneras de reportar y pronosticar el progreso del proyecto” (por ejemplo, uso de robots y drones para reportar el avance de obra).
Más o mejores maneras de ejercer estos tradicionales mecanismos de control, no nos dan más control. De hecho, y al contrario de lo que muchos creen, existe una importante diferencia entre los mecanismos tradicionales de control y el verdadero control. Esta diferencia fue destacada por Peter Drucker. Él explica que los actuales mecanismos de control se basan en mediciones e información, se apoyan en hechos para tratar entender y “controlar” algo que está en el pasado. Por su parte el verdadero control se logra al enfocarse en la dirección a futuro hacia dónde se dirige el proyecto. Sin embargo, la industria de la ingeniería y construcción sigue enamorada buscando mejores maneras de ejercer mecanismos de control, con la esperanza que esto ordene el rendimiento del equipo y mágicamente se logre un mejor desempeño del proyecto. Pero eso son puros sueños. Para realmente controlar, se necesita entender “la norma” (es decir, la base sobre la cual se puede determinar la dirección). Algunos ejemplos de esta norma son: la temperatura objetivo para termostatos, la presión objetivo para válvulas, o el trabajo en proceso (WIP) para sistemas de producción. Sin establecer un objetivo a futuro, no existe el control y la única alternativa que nos queda es confiar en lo que fue y lo que se está haciendo.
Mientras que los mecanismos tradicionales de control están relacionados al seguimiento del progreso del proyecto (por ejemplo, costo y cronograma), el verdadero control está más relacionado con pensar en cómo hacemos y mejoramos el trabajo para cada vez tener más y mejor influencia sobre el futuro (el resultado). Por lo tanto, se trata del diseño de procesos de producción, de secuencia, de inventario (incluyendo cómo se usan las materias primas y el trabajo en proceso) así como cómo se asigna la capacidad de dicho sistema. Para resumir, mientras los mecanismos tradicionales se obsesionan con los cronogramas, el verdadero control se logra a través de la implementación de un sistemas de producción y su comportamiento. Mientras los cronogramas se relacionan con fechas, los sistemas de producción se relacionan con tasas. De esa manera el control se logra a través de asegurarnos que el sistema de producción entregue ciertas tasas, con un objetivo establecido desde un principio.
Lo que muchos no entienden es que el control es el resultado de decisiones que se toman relacionadas con cómo los sistemas de producción son (o no) controlados.
¿Y tú, todavía estás operando bajo la ilusión de tener control?
Contactanos
info@leanconstructionblog.com